viernes, junio 19, 2009

Como una cabra

Estaba como una cabra. Vestida muy top con ropas que resaltaban la buena constituición y la belleza de su cuerpo, que combinaban con sus ojos frios y sus labios finos. Golpeó a la puerta, buscando algo. Nadie le abrió, volvió a golpear, nada. De su variado leque de emociones y sentimientos surgió la desesperación, luego la angústia. Bajó las escaleras que separaban la puerta de la casa de la acera y cruzó la calle sin mirar. Un bocinazo la trajo al mundo y un taxi paró a centimetros de ella. «mira por donde andas, cabrón!» golpéo con fuerza el capó del coche y siguió desfilando por la calle ante la perplexidad del taxista y la los transeúntes consumistas que miraban las las vidrieras de las tiendas y pensaban en coca-cola. Nicole siguió desfilando. Caminó, caminó, caminó. Sacó su móvil con cámara y cafetera de su cartera Luis Vomittón y llamó a su amante, Pedro Martínez. Ring, ring, ring, nada. Pedro se había esfumado, no estaba en ninguna parte. Cruzó la calle por última vez, sin mirar. El carísimo vestido blanco hueso de Nicole se manchó con su sangre, que fue propulsionada por el impacto due un camión contra su cuerpo, se rebentaron las costuras. De esta vez la gente no notó nada, y siguió con sus vidas gastando dinero en el centro de la ciudad. Nicole estaba aplastadita contra el piso, pegada como una alfombra de un animal cazado, un ojo colgando del cráneo machacado contra el pavimento, toda la escena pintada con un fluído rojo vivo. No obstante, la cartera seguía intacta. Ring, ring, ring, sonó el telefono de Nicole pero nadie atendió. Era Pedro, posbilemente la andaba buscando. Que puta es la vida.

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